El corazón “fuera de ritmo”: Hablemos de arritmias
En Chile, la fibrilación auricular —una de las arritmias más comunes y relevantes— afecta aproximadamente entre el 1 % y el 2 % de la población, lo que equivale a más de 130 000 personas en el país, según estimaciones recientes de especialistas y entidades como la Sociedad Chilena de Cardiología.
A veces el corazón comienza a latir de forma irregular, como si perdiera el compás por unos segundos. Puede sentirse una palpitación intensa en el pecho, un golpe seco o una serie de latidos rápidos que suben hasta el cuello y provocan sensación de falta de aire o ansiedad.
Otras veces ocurre justo lo contrario: el pulso se vuelve lento, inconstante, y aparece un cansancio repentino, mareo o debilidad. Estos episodios suelen asustar, y no es para menos: detrás de ellos puede esconderse una arritmia cardíaca, un trastorno del ritmo del corazón que en algunos casos es benigno, pero en otros requiere tratamiento y seguimiento médico inmediato.
En Chile, la fibrilación auricular (una de las arritmias más comunes y relevantes), afecta aproximadamente entre el 1 % y el 2 % de la población, lo que equivale a más de 130 000 personas en el país, según estimaciones recientes de especialistas y entidades como la Sociedad Chilena de Cardiología.
Su frecuencia aumenta con la edad, y se ha convertido en un problema creciente en una población que cada vez vive más y acumula más factores de riesgo cardiovascular.
No todas las arritmias son iguales ni todas implican el mismo nivel de peligro. Algunas son simples irregularidades momentáneas del ritmo, que pueden aparecer tras un esfuerzo intenso, un episodio de estrés o incluso una noche de mal sueño.
Sin embargo, otras como la fibrilación auricular requieren un diagnóstico y tratamiento continuos, ya que pueden tener consecuencias graves si no se controlan adecuadamente.
Qué ocurre en el corazón cuando hay una arritmia
El corazón tiene un sistema eléctrico propio, que funciona como un reloj interno. Cada latido nace en una zona específica del corazón, el nódulo sinusal, y se propaga de forma ordenada. En las arritmias, ese mecanismo se altera: los impulsos eléctricos pueden aparecer donde no corresponde o transmitirse de forma errática.
En la fibrilación auricular, las aurículas —las cámaras superiores del corazón— laten de manera caótica y “descoordinada”. En lugar de contraerse y relajarse de forma rítmica, tiemblan.
Esto no solo hace que el pulso sea irregular y, a veces, acelerado, sino que también reduce la eficacia con que el corazón bombea la sangre. Como consecuencia, la sangre puede estancarse en las aurículas y formar coágulos, los cuales podrían viajar al cerebro y provocar un accidente cerebrovascular.
Esa es la complicación más temida de la fibrilación auricular, y la razón principal por la que requiere un tratamiento sostenido.
Causas y factores de riesgo
Las arritmias pueden aparecer por muchas razones. Algunas se relacionan con enfermedades del corazón como la hipertensión crónica, la insuficiencia cardíaca o los problemas de las válvulas.
En otros casos, tienen que ver con el estilo de vida o con enfermedades generales. El consumo excesivo de alcohol, el tabaquismo, el estrés mantenido, la apnea del sueño y ciertas alteraciones metabólicas —como la diabetes o el hipertiroidismo— son causas frecuentes.
En Chile, donde las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la principal causa de muerte, la fibrilación auricular se asocia también al envejecimiento de la población y al aumento de los factores de riesgo no controlados.
Existen, además, arritmias que no son malignas, pero que pueden ser muy molestas. Las extrasístoles, por ejemplo, son esos latidos que se sienten como un “salto” o “vacío” en el pecho y que muchas personas experimentan en momentos de tensión o cansancio.
Aunque la mayoría de las veces no tienen gravedad, pueden generar ansiedad y conviene comentarlas con el médico, sobre todo si son persistentes o se acompañan de mareo, falta de aire o dolor torácico.
Síntomas y diagnóstico
El síntoma más común de una arritmia es la palpitación: sentir que el corazón late con fuerza, rápido o de forma irregular. También puede haber fatiga, debilidad, sensación de desmayo, dificultad para respirar o una incomodidad general difícil de describir. Algunas personas no sienten nada y la arritmia se descubre por casualidad durante un examen médico o un control rutinario.
El diagnóstico se realiza principalmente mediante un electrocardiograma (ECG), aunque en algunos casos se requiere un monitoreo más prolongado para detectar episodios que aparecen de forma intermitente. Cuanto antes se identifique una arritmia, más posibilidades hay de controlarla y evitar complicaciones.
Tratamiento y cuidados
El tratamiento depende del tipo de arritmia, su causa y su gravedad. En la fibrilación auricular, los objetivos son tres: controlar la frecuencia cardíaca, prevenir la formación de coágulos y reducir los síntomas.
Para lograrlo, los médicos pueden indicar distintos medicamentos, desde betabloqueadores para regular el ritmo hasta anticoagulantes para prevenir accidentes cerebrovasculares.
En casos más severos o cuando los fármacos no son suficientes, existen procedimientos como la cardioversión eléctrica o la ablación por catéter, que buscan restablecer un ritmo normal. Sin embargo, el tratamiento médico siempre debe acompañarse de cambios en el estilo de vida.
Evitar el exceso de alcohol, dejar de fumar, mantener una dieta equilibrada baja en sal y rica en frutas y verduras, y realizar actividad física moderada ayudan a mantener el corazón estable. Dormir bien, reducir el estrés y controlar enfermedades asociadas como la hipertensión o la diabetes también forman parte del manejo.
Las arritmias “benignas” también merecen atención
Aunque muchas veces se les resta importancia, las arritmias que no son graves pueden alterar el bienestar diario. Sentir el corazón desacompasado, experimentar palpitaciones inesperadas o notar una “sacudida” en el pecho genera preocupación y miedo.
Es importante saber que la mayoría de estos episodios no representan peligro, pero siempre conviene consultar para descartar que haya algo más detrás. En ocasiones, bastan algunos ajustes en la alimentación, la hidratación o el manejo del estrés para mejorar significativamente los síntomas.
La fibrilación auricular y las arritmias en general no son temas menores. Pueden alterar la calidad de vida y, en los casos más serios, comprometer la salud de manera grave. Por eso, la información y la prevención son tus mejores aliados.
Comprender tu diagnóstico, seguir las indicaciones médicas y mantener hábitos saludables es fundamental para que tu corazón vuelva a un ritmo seguro.
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Cuidar tu corazón requiere constancia, conocimiento y compromiso. Infórmate, cumple tus tratamientos y prioriza tu bienestar: un corazón estable es sinónimo de una vida más larga y tranquila.